“13 pilares de la Bolivia digna y soberana. Agenda Patriótica del Bicentenario 2025” es el título del plan estratégico de desarrollo del gobierno del MAS para la próxima década.
Existen pocas referencias directas al cambio climático, pero abundan puntos con implicancias fuertes sobre los aportes de Bolivia al calentamiento global. A continuación analizamos los planteamientos y metas de la “Agenda Patriótica 2025” bajo la perspectiva del cambio climático.
Los “13 pilares de la Bolivia digna y soberana. Agenda Patriótica del Bicentenario 2025” es el título de una exposición del presidente Evo Morales del 22 de enero de 2013, en la cual plantea 13 pilares para el desarrollo de Bolivia. El texto luego ha sido publicado por el gobierno, pero hasta la fecha al parecer no recibió respaldo formal; no es ni ley ni decreto. Tampoco ha salido de ningún proceso democrático, más bien “es producto de una reflexión del Presidente y Vicepresidente del Estado Plurinacional de Bolivia que es una nueva visión de cómo lograr la aplicación y la implementación de la Constitución Política del Estado”, según sostuvo el representante Presidencial de la Agenda, César Navarro.
Sin embargo, la “Agenda Patriótica 2025” se ha transformado en eje orientador para las políticas públicas del gobierno de Evo Morales. Como tal, pretende marcar las pautas del desarrollo de Bolivia mucho más allá del tiempo de la gestión gubernamental actual. por lo cual interesa analizar sus planteamientos bajo la mirada de la amenaza del cambio climático.
La Agenda Patriótica muestra todos los rasgos de una estrategia tradicional de desarrollo a largo plazo, a pesar de las múltiples referencias a la Madre Tierra y el Vivir Bien (se habla de un “nuevo horizonte civilizatorio para vivir bien; la “construcción del socialismo comunitario”, la construcción del “nuevo ser humano integral”). Su estructura consiste de 13 “pilares”.
El primer pilar proclama la “Erradicación de la Pobreza Extrema”, sin duda tarea prioritaria para el país. Es también una condición reconocida para la reducción de la vulnerabilidad frente al cambio climático en la discusión internacional. El resultante aumento de la resiliencia de la población constituye una precondición para una exitosa adaptación al cambio climático.
Tampoco cabe duda, que Bolivia es víctima del cambio climático. El retroceso de los glaciares, las frecuentes inundaciones y el aumento de sequías, entre otros, son clara señal de los impactos que tiene y tendrá el cambio climático en el país.
Bolivia, también contribuye de forma sustancial al acelerado aumento de las temperaturas. Medidas per cápita, las emisiones de dióxido de carbono del país son mayores que de los países de Europa occidental, debido principalmente a las quemas y chaqueos en tierras bajas. Cada año se pierden entre 250.000 y 500.000 ha de bosque, según diferentes fuentes.
Sin embargo, las referencias directas y concretas al cambio climático, el reto central de la humanidad en el siglo XXI, son muy escasas. Por el contrario la minería y el sector de los hidrocarburos; que son definidos como tareas prioritarias del Estado. En el pilar 6 se dice literalmente: “Estamos en un proceso histórico de consolidación de estos sectores estratégicos (minería e hidrocarburos) como uno de los pilares importantes pero no únicos de la economía del Estado Plurinacional de Bolivia para promover el desarrollo integral del pueblo boliviano”. Se va cimentando las bases del modelo económico de Bolivia, basado en la explotación de minerales y gas para la exportación, principalmente, sin contextualizarlo con el reto del cambio climático, que estaría exigiendo una decarbonización de todas las economías del mundo.
En relación a los recursos naturales se ha formulado en tono amenazante: “Es tiempo de avanzar en la industrialización y transformación de estos recursos estratégicos con pasos firmes y decididos y superando todos los obstáculos que puedan aparecer en el camino”.
Igualmente preocupante la meta de exportar electricidad a gran escala, “aprovechando plenamente su potencial hidroeléctrico”. Estudios recientes han demostrado que las centrales hidroeléctricas grandes en la Amazonía emiten cantidades mucho mayores de metano, otro gas de efecto invernadero, que antes pensado. Con lo que ya no serían alternativas amigables climáticamente – más allá de la destrucción de grandes extensiones de bosques tropicales.
Los bosques, por su parte “ya no son considerados como tierras ociosas para la agricultura, sino que son escenarios integrales de producción y transformación de alimentos, recursos de biodiversidad y medicina.” Sorprende no encontrar ninguna mención de su función ecosistémica y de sumidero de CO2. Sin embargo, se postula el aumento de la cobertura forestal “con un árbol por cada boliviana y boliviana” anualmente.
Más bien parece existir una agenda paralela a la Agenda Patriótica 2025, que prevé la expansión de la superficie agraria en millones de hectáreas bajo el argumento de garantizar de esta forma la soberanía alimentaria. En varias ocasiones durante los últimos años el gobierno ha anunciado duplicar o triplicar la superficie actualmente cultivada de 3,5 millones de hectáreas en el país.
“Nuestras metas de la agenda patriótica (hacia el año 2025) con relación a los recursos naturales son (...) el fortalecimiento de dos procesos paralelos de industrialización y transformación en armonía y equilibrio con la Madre Tierra. Primero, la industrialización de nuestros recursos naturales estratégicos, entre ellos el gas, litio, minerales, y tierras raras. Segundo, la transformación industrial de alimentos, bosques y recursos de la biodiversidad, productos de consumo masivo y producción de determinados bienes de alta tecnología”.
Interesante la referencia a las negociaciones climáticas internacionales como parte de la Agenda Patriótica en su pilar 10 “Integración complementaria de los pueblos con soberanía”. La meta definida para el 2025 prevé que “Bolivia ha logrado en unidad con los países en desarrollo construir acuerdos internacionales para resolver la crisis climática reduciendo las emisiones de gases de efecto invernadero con el liderazgo de los países desarrollados”.