Por Dirk Hoffmann, 12 de Diciembre de 2014
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“Cambiemos el sistema, no el clima”, este era el lema de la “La Cumbre de los Pueblos frente al Cambio Climático”, organizado en Lima por grupos sociales y medioambientales del Perú del 8 al 11 de diciembre paralelo a la Conferencia Climática de las Naciones Unidas COP.

Punto culminante del encuentro de la sociedad civil era la “Marcha Mundial en Defensa de la Madre Tierra” el miércoles 10 de diciembre en el centro de Lima, con alrededor de 15.000 participantes, pidiendo justicia climática y lucha contra la pobreza en el Día Internacional de los Derechos Humanos.

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“¡Cambiemos el sistema y no el clima!”

“Es urgente promover, ejecutar y garantizar acciones ante la crisis climática. Sumemos nuestras voces, nuestras manos, nuestros corazones, nuestro talento y nuestra capacidad creadora para evitar que la irresponsabilidad de quienes colocan en primer lugar sus intereses particulares e inmediatos por sobre los de la humanidad entera, nos conduzca a la destrucción de la biodiversidad y posibilidades de vida en el Planeta”, decía el llamado para la “Cumbre de los Pueblos”.

Llamado “Contra-Cumbre” por algunos, los organizadores hicieron muchos esfuerzos de dejar claro que no era una “Cumbre” en contra de la Conferencia Climática de las Naciones Unidas, sino un evento paralelo: “La Cumbre de los Pueblos frente al Cambio Climático es un espacio de diálogo y acción abierto, democrático y horizontal de la sociedad civil y pueblos originarios para compartir experiencias, problemas y propuestas frente al cambio climático”.

Y fue así que se presentó la “Cumbre”, tal vez más adecuadamente titulada “Feria de los Pueblos” o simplemente “Encuentro de los Pueblos”, como un espacio de encuentro entre personas de diferentes países y regiones, unidos por la lucha contra injusticias sociales, ambientales y climáticas.

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Los objetivos trazados por los organizadores “generar un espacio global de encuentro y diálogo sobre el cambio climático, con especial apertura a las voces de los pueblos indígenas y originarios, fomentar alianzas entre instituciones de la sociedad civil y organizaciones y movimientos sociales del campo y la ciudad, sensibilizar y movilizar a la sociedad civil y ciudadanía en general y desarrollar una agenda común y presentar argumentos y propuestas alternativas a la COP 20”.

Es difícil saber en qué medida se concretizaron los objetivos, por la multiplicidad de eventos paralelos, agendas diferentes y no siempre convergentes. Se observaba una predominancia natural de organizaciones e instituciones peruanas y quedaba claro que el tema predominante es la defensa contra proyectos de minería, que ponen en peligro las fuentes de agua y las condiciones de vida en la región de la sierra. Lo que faltaba era la formulación de demandas claras, concretas y comunes hacia la COP 20, para intentar de influenciar en las negociaciones.

En muchos de los paneles se podía escuchar las denuncias y los testimonios de comunidades indígenas peruanas, pero también de otros lados. Había varios eventos organizados por grupos bolivianos, tematizando la justicia climática y la realidad de la política del “buen vivir”. Representantes del Conamaq “orgánico” denunciaron que habían sido víctimas de “avasallamientos” y “ataques” por parte del gobierno boliviano.

En una carta abierta al presidente boliviano Evo Morales que circulaba por el internet, se había expresado el malestar con “las políticas de desarrollo que priorizan sólo el crecimiento económico en Bolivia en detrimento de los derechos humanos y de la Madre Tierra. Esto se refleja en: las políticas de expansión de la frontera agrícola para la producción a gran escala; la utilización de organismos genéticamente modificados; los acuerdos para iniciar la extracción de Gas de esquisto con tecnología de Fractura Hidráulica (Fracking); y los planes de construcción de una planta de energía nuclear con costos irreparables e irreversibles para la Madre Tierra”.

Era sobre todo el anuncio de Evo Morales de la construcción de una central nuclear en Bolivia, que causó malestar en el movimiento climático y medioambiental internacional.

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“Marcha Mundial en Defensa de la Madre Tierra”

El punto culminante de la “Cumbre de los Pueblos” ha sido la “Marcha Mundial en Defensa de la Madre Tierra” por el centro de Lima el miércoles 11 de diciembre. Alrededor de 15.000 personas participaron en esta marcha, en coincidencia del Día Internacional de los Derechos Humanos.

Los organizadores habían llamado a una “expresión multitudinaria de la diversidad de voces y comunidades del Perú y del mundo, para ello, tendrá la forma de un pasacalle donde cada pueblo está invitado a mostrar su diversidad cultural”. A mediados de noviembre se había anunciado la participación del presidente de Bolivia en la Marcha Mundial en Defensa de la Madre Tierra.

“Desde hace algunos meses, el mandatario boliviano mostró un gran interés de estar presente en esta marcha climática mundial, convocada por la sociedad civil, centrales sindicales, organizaciones indígenas, campesinas, así como por movimientos sociales ambientalistas, de mujeres y jóvenes”, decía en la página web de la Cumbre.

Sin embargo, fuertes discusiones internas al inicio de la “Cumbre de los Pueblos” habían llevado a la decisión de prescindir de la participación de políticos y que ni el presidente Rafael Correa del Ecuador ni Evo Morales estarían bienvenidos. Esta situación llevó a Evo Morales a decir en una conferencia de prensa en la COP 20 que por actividades pendientes en Bolivia no podría participar en la Marcha Mundial en Defensa de la Madre Tierra, agregando que “tenía informes de que ´existen infiltrados del imperialismo en las organizaciones ambientales por lo que no participaré de la marcha´.”

Parece que aquí se terminó el ciclo del presidente boliviano como incontestado luchador por los derechos de la Madre Tierra y de los pueblos indígenas del mundo.

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Las demandas formuladas para la Marcha habían sido muy amplias, para posibilitar  la participación de un espectro ancho de grupos, movimientos e iniciativas: Por el buen vivir como alternativa al capitalismo; Por justicia climática y lucha contra la pobreza; por el cambio de la matriz energética productiva y con justicia social y trabajo digno; por la soberanía alimentaria, agricultura familiar y defensa de los ecosistemas y la biodiversidad, por la defensa de los territorios de los pueblos indígenas, por soluciones reales contra “falsas soluciones” y por la sostenibilidad de la vidas contra la mercantilización y el reconocimiento de las mujeres en el cuidado de la naturaleza”; para luego culminar en la demanda principal: “¡Cambiemos el sistema, no el clima!”.

En esta lógica, la marcha pareció más a un colorido carnaval de culturas que a una manifestación política con demandas concretas hacia el espacio de negociación de la Convención Climática. Para parte de la prensa local era más importante remarcar en el aumento del caos vehicular por causa de la Marcha. Dentro del espacio exclusivo de la COP 20 pasó prácticamente desapercibido.

 

 

Esta entrada al Klimablog cuenta con el financiamiento del Fondo Climático de la República Federal de Alemania, operado a través de su Embajada en Bolivia.

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