Poco antes de la conferencia COP 25 de Naciones Unidas sobre cambio climático, que se celebra del 2 al 13 de diciembre en la capital española de Madrid, la Alianza de Científicos del Mundo (Alliance of World Scientists) publicó una alerta sobre una emergencia climática.
Su punto de partida contiene una referencia directa a uno de los últimos discursos pronunciados por Greta Thunberg: “Los científicos tienen una obligación moral para alertar la humanidad de forma clara de cualquier amenaza catastrófica y ´decirlo como lo es´”.
a. Población humana; b. tasa total de fertilidad; c. número de rumiantes. Fuente: Ripple et al. 2019
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La vigesimocuarta conferencia climática de las Naciones Unidas COP 24 en Katowice, Polonia, terminó un día después de lo previsto con la aprobación de un “libro de reglas” o reglamento para la implementación del Acuerdo de París del 2015.
Más que un éxito, este resultado es visto por muchos con gran alivio – frente a la posibilidad de que las negociaciones podían haber fracasado, tirando por la ventana el multilateralismo, ya debilitado por el auge de los nacionalismos alrededor del globo.
[leer más]Las Naciones Unidas han publicado recientemente el resumen de su nuevo informe especial “SR1.5” sobre la ciencia de un calentamiento global promedio de 1,5°C. Las conclusiones principales son muy contundentes: Hay una gran diferencia entre un aumento de 1,5°C y 2°C. Cada décimo de calentamiento adicional significa mayores daños para las personas y los ecosistemas de todo el mundo.
“Los próximos años son probablemente los más importantes de nuestra historia”, comentó Debra Roberts, co-presidenta del Panel Intergubernamental sobre el Cambio Climático (IPCC). Presentamos a continuación la traducción del artículo de Megan Darby y Sara Stefanini de Climate Home News, en el cual detallan las 37 cosas más importantes del “SR1.5”.
El grito de lucha de los pequeños países isleños en la COP 21 de París: “1,5 para sobrevivir”
[leer más]2016
Hablando del calentamiento global, el enfoque es mayormente en el aumento de la temperatura de la atmósfera, que ya llegó a 1 °C comparado con temperaturas preindustriales, en promedio global. Pero no es solamente la atmósfera que se calienta.
Más del 90% de la energía adicional que el planeta absorbe debido al aumento de la concentración de los gases de efecto invernadero en la atmósfera es absorbida por los océanos. Un estudio reciente presentado por la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN) en su reciente Congreso Mundial muestra las consecuencias dramáticas del calentamiento acelerado que sufren los océanos del mundo.
Crédito: IUCN
[leer más]Virtualmente todos los países del mundo han acudido al llamado del Secretario General de las Naciones Unidas, Ban Ki-moon y han firmado el Acuerdo de París en la ceremonia oficial en Nueva York el pasado 22 de abril, Día Internacional de la Tierra.
Poco antes, el Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático (IPCC) de la Convención Climática se había reunido en Nairobi, Kenia, para definir estrategia, contenido y cronograma para el Sexto Informe de Evaluación y los informes especiales de los próximos años.
174 países más la Unión Europea firmaron el Acuerdo de París en un solo día; fuente: IPCC
[leer más]2016
El mundo está viviendo condiciones de un El Niño muy fuerte desde hace varios meses, cuyos impactos están siendo sentidos alrededor del globo. Entre otros, la temperatura global promedio ha aumentado y ahora está 1° C por encima de la época preindustrial.
Según los pronósticos, El Niño llegará a su mayor fuerza recién durante los meses de enero y febrero. Para algunas regiones, el fenómeno climático recurrente traerá lluvias en exceso, para otras, la falta de precipitaciones provocará sequías. Se espera que los impactos igualen o sobrepasen aquellos del año 1997/98, abriéndonos una ventana al mundo futuro de los probables impactos del cambio climático.
El Niño actual está de la misma dimensión que los eventos históricos de 1982/83 y 1997/98; fuente IRI
[leer más]De poco a poco el aumento del nivel del mar se come un archipiélago frente a la costa de Panamá. Casi 40.000 mil personas del pueblo de los Guna tendrán que mudarse a tierra firme.
Presento a continuación una versión resumida del reportaje original “Der Ort der Zuflucht versinkt im Meer” (Cuando tu hogar de refugio se hunde en el mar) del periodista alemán Toni Keppeler de Latinomedia.
En noviembre empieza el tiempo difícil. El viento viene desde el norte y empuja el agua hacia las islas, se vuelve tormenta y arrasa con las pequeñas casetas de paño de paja o calamina, erigidas en pilotes. Las olas abren brechas grandes en las barreras de pedazos de coral, construidas con mucho esfuerzo. Es cuando Gardi Muladup está bajo agua.
Nadie sabe cuándo exactamente viene el agua, pero siempre viene, esto es seguro. Siempre viene en esta época, ya hace años, en noviembre, en diciembre y a veces recién en enero. Más tarde, comienza a bajar la intensidad del viento del norte.
2008 era un año especialmente feo. “Estábamos bajo agua hasta las rodillas durante diez días”, dice Carlos Pérez. Nadie podía salir de la isla. Una travesía hacia tierra firme en las pequeñas embarcaciones de un solo tronco y contra viento y marea hubiera sido demasiado peligroso. “No podíamos ir a buscar agua y alimentos”, cuenta Pérez. Pero cuando llega el agua, se vuelve imposible cocinar en la mayoría de las casitas. Son muy pocos los que tienen una cocina a gas; la mayoría cocina en las cocinas tradicionales, que no son mucho más que un hueco en el piso – y este se llena con agua primero.
Carlos Pérez es sagla en Gardi Muladup, el líder político y espiritual de la comunidad de 350 personas. Es de estatura pequeña y delgada y debe tener unos 70 años, siempre viste sombrero y corbata como señal de su autoridad.
Gardi Muladup se encuentra en el golfo de Gunayala, a pocos kilómetros de la costa caribeña de Panamá. La pequeña isla pertenece al archipiélago del mismo nombre, un grupo de 350 islotes que se distribuyen entre el golfo y la frontera con Colombia. Ninguno de los islotes sale por más de dos metros por encima del nivel del mar; 49 de ellos son habitados. Casi 40.000 personas del pueblo de los Guna viven ahí. En el transcurso de los próximos años todos ellos tendrán que mudarse a tierra firme. Porque el nivel del mar sigue aumentando.
Existe un solo estudio científico sobre las islas de Gunayala, que data de 2003. En base de mediciones de los arrecifes de coral los biólogos marinos han reconstruido que entre 1907 y 1975, el aumento del nivel del mar en la costa caribeña de Panamá era de 2 milímetros por año. Después de esta fecha ha aumentado dramáticamente, a 2,4 centímetros por año. Este dato está en línea con otros fenómenos del cambio climático. El derretimiento del Ártico y de los glaciares tropicales también ha acelerado de manera explosiva desde mediados de los años 70.
El aumento del nivel del mar
Tradicionalmente, los Guna usan pequeños bloques de coral que sacan de los arrecifes cercanos para fortalecer las costas de sus islas, una práctica que los ambientalistas de ciudad de Panamá querían prohibir para proteger los arrecifes. “Cuando yo era joven, hace cuarenta o cincuenta años, con marea baja podíamos caminar hasta los arrecifes, cuenta Pérez. “Esto ya no se puede hacer hace mucho tiempo, el agua es demasiado profunda”. Y cuando llegan las tormentas de fin de año, muchas veces el trabajo de meses es arrasado por la fuerza de las olas. “Hace cinco años debatimos sobre la necesidad de mudarnos hacia tierra firma”, dice el sagla, “ya es tiempo de movernos”.
Ya existe un plan para un pueblo nuevo, elaborado por un ingeniero. Pero se necesitaría tierra, y se necesitaría dinero. Del gobierno en ciudad de Panamá, dice Pérez, no están recibiendo ningún apoyo concreto.
Gardi Muladup se encuentra a 15 minutos en bote desde otra isla más grande y más cerca de tierra firme, Gardi Sugdub. Ahí viven más de mil Guna. Sufren menos de las inundaciones recurrentes que sus vecinos. Máximo una semana el agua les llega hasta los tobillos, cuando la tormenta empuja el agua hacia la isla. Sin embargo, sus habitantes han decidido ya hace cinco años: “Retornaremos a tierra firme”. Pablo Presiado, el sagla de Gardi Sugdub, lo dice con toda convicción y ofrece una fecha: El primero de enero de 2015 comenzará el traslado.
¿Retornar? – “Si, estamos retornando a tierra firme”, dice Presidio, porque es de ahí de donde viene su pueblo hace poco más de 150 años para habitar las islas de Gunayala. Los Guna vivían originalmente en lo que hoy es Colombia, donde unos mil de ellos todavía viven en las montañas de la provincia Antioquia. La mayoría de ellos, sin embargo, había migrado 500 años atrás a lo que hoy es Panamá. Vinieron desde las montañas y comenzaron a poblar la franja costera, porque ahí la tierra es más fértil, mejor para cultivar yuca, arroz y plátano.
Pero en la planicie costera abundan los mosquitos, especialmente entre los meses de febrero y abril. Con sus picaduras trasmiten fiebre amarilla, malaria y dengue. Los Guna se escaparon de estas enfermedades a las islas del golfo, donde no había mosquitos debido a la brisa del mar constante. Pero porque ahí no había agua, solo podían establecer sus asentamientos cerca de la desembocadura de algún arroyo.
La autonomía de la Comarca Gunayala
Recién viviendo en las islas los Guna se volvieron pescadores. Sus chacras se quedaron en la planicie de tierra firme. Hoy día la región que incluye las islas y la franja costera hasta las montañas, se llama Comarca Gunayala y goza de una autonomía única en América Latina. En las islas no hay alcaldes, sino solamente los líderes espirituales y religiosos de los Guna. Ellos son elegidos, pero sus mandatos pueden ser revocados. Se practica una justicia tradicional, que no conoce de cárceles, sino la “reprensión pública” con carácter instructivo de los delincuentes.
Gardi Sugdub es toda una pequeña ciudad en medio del agua. Cuenta con una calle comercial, dos muelles y hasta con una antena de comunicación para teléfonos celulares. Desde aquí salen los botes con motor fuera de borda. Se llega a Gardi Muladup en unos 15 minutos. Hasta las islas cerca de la frontera colombiana son 8 horas de viaje.
Muchas de las canciones tradicionales cuentan la historia del pueblo Guna. “Las islas no aparecen en ninguna de nuestras canciones tradicionales”, dice el sagla Pablo Presiado. Las canciones se remontan a los tiempos antes de la llegada de los Guna a las islas. Es por eso que el retorno a tierra firme no pondría en peligro la cultura de su pueblo, dice Presiado.
Las condiciones para un traslado son casi idóneas. La comunidad es dueña de 17 hectáreas en tierra firme, casi tres veces el tamaño de su isla. El terreno se encuentra a solo un kilómetro desde la costa, lo suficientemente alto para estar protegido contra inundaciones. El gobierno ha prometido de construir un hospital y un centro escolar con internado para toda la región de las islas.
El hospital debería haber sido inaugurado en junio de 2014. Solo existe la estructura de concreto, una ruina con pátina de hongos en la selva. Del centro escolar, cuya inauguración había sido prevista para octubre, solo existe un esqueleto. Por lo menos ahí se está trabajando.
Los ciclos de la vida
Según la creencia de los Guna, cada planta y cada animal tienen un ciclo de vida, al igual que los hombres. Si se estudia y entiende estos ciclos, es posible encontrar un balance como todos pueden convivir con todos.
Este balance con la selva más allá de la costa quiere buscar Victoria Navarro, presidenta de la asociación de mujeres de Gardi Sugdub. “No vamos a talar más árboles de lo que es estrictamente necesario”, dice. 450 m² para cada familia: suficiente para una casa y un huerto. Los Guna no quieren más y piensan que tampoco les corresponde. “No podemos quitar al bosque más de lo que realmente necesitamos”, dice Navarro.
A nivel global el equilibrio con la naturaleza ya ha sido destruido, y por eso estaría aumentando el nivel del mar. “Son los países grandes y ricos, que lo gastan todo, el petróleo, el carbón”, dice. “Esto ya no se puede arreglar”. Lo único que les queda a los Guna es huir hacia tierra firme, “no es por nuestra culpa, pero nosotros lo tenemos que sufrir”.
Victoria Navarro sabe que su pueblo ha vivido mucho más tiempo en tierra firme que en las islas. Que eran cazadores y campesinos, y no pescadores en el mar. Pero ella ya no se podrá acostumbrar a esta nueva vida, que se canta en las canciones tradicionales. Con sus 53 años se cree demasiado vieja. Pero tal vez algún día para sus nietos va a ser normal ver el mar en la distancia. “A mí me va hacer mucha falta escuchar el sonido de las olas, cuando todo se vuelve tranquilo en la noche y no se escucha ninguna otra cosa”.
Toni Keppeler, 58, escribe análisis y reportajes de América Latina para diferentes periódicos y revistas de idioma alemán (www.latinomedia.de)
2014
El domingo en la madrugada ha terminado la Conferencia Climática de Lima, dos días después de lo previsto. El resultado es un acuerdo muy débil y poco satisfactorio, que deja más dudas que expectativas para la próxima Conferencia en París a finales de 2015.
Sin embargo, si miramos el cuadro más grande, más allá del espacio reducido de las negociaciones de la COP 20, podemos encontrar una buena cantidad de señales de esperanza.
[leer más]El informe del Banco Mundial (BM) “4°. Bajemos la temperatura. Cómo hacer frente a la nueva realidad climática”, elaborado por el Instituto de Potsdam para la Investigación de los Impactos del Cambio Climático (PIK) y Climate Analytics ha sido lanzado poco antes de comenzar la Conferencia Climática en Lima.
El Informe ya es el tercero que está publicando el Banco Mundial con el mensaje fuerte de los peligros de un mundo 4 °C más caliente, el aumento de temperatura que la humanidad está en camino a provocar hacia fines del siglo, si no se comienza ya durante los próximos años a bajar las emisiones globales de dióxido de carbono de forma masiva. Lo interesante para nuestra región: El Informe contiene un capítulo específico sobre América Latina y el Caribe.
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El vertiginoso aumento de la concentración de dióxido de carbono en la atmósfera de nuestro planeta no solamente está causando un calentamiento global y consecuente cambio climático, sino también altera la química de los océanos del mundo en una forma dramática, con consecuencias para los ecosistemas marinos todavía poco comprendidas.
Los océanos ya son un 26% más ácidos comparados con tiempos pre-industriales y la actual tasa de acidificación es 10 veces más alta que hace 55 millones de años, cuando ocurrió una extinción en masa de especies marinas.
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