Los Contaminantes Climáticos de Vida Corta (CCVC, o también SLCP en inglés: Short Lived Climate Pollutants) son agentes atmosféricos contribuyentes al calentamiento global y al mismo tiempo degradan la calidad del aire. Tienen una vida útil relativamente breve en la atmósfera (entre pocos días a unas pocas décadas), a diferencia del CO2, que permanece en la atmósfera durante siglos o milenios después de emitido.
En la entrevista que sigue, la abogada ambiental Florencia Ortúzar de AIDA nos explica que aunque la reducción de emisiones de dióxido de carbono es esencial para mantener el aumento de temperatura por debajo de 2 °C a largo plazo, la disminución de los CCVC ofrece un importante aporte en esta difícil tarea.
¿Cuál es el lugar de los CCVC dentro de la CMNUCC?
Ni la Convención ni el Protocolo de Kioto se refieren a los CCVC como concepto, pero el protocolo sí considera al metano y a los HFC dentro de los gases de efecto invernadero que busca abatir. Los incluye en el Anexo A junto con el dióxido de carbono (CO2), el óxido nitroso (N2O), los perfluorocarbonos (PFC) y los hexafluoruros de azufre (SF6).
En todo caso, para el 2020 el Protocolo de Kioto será reemplazado por el Acuerdo de París, adoptado en la COP 21 de París en diciembre de 2015, una vez que sea ratificado por las Partes.
¿Qué dice el Acuerdo de París acerca de los CCVC?
El acuerdo climático de París no incluye una lista de gases específicos que las Partes deban reducir, como ocurría con el Protocolo de Kioto. En el nuevo régimen, los países son libres de decidir qué gases incluir en las metas de mitigación de sus Contribuciones Nacionales Previstas y Determinadas (INDC). En ese sentido, los gases cubiertos por cada país pueden variar mucho, lo que ya se ha visto en las diferentes INDC que han sido entregadas. De hecho, algunos países como México y Chile han incluido en sus INDC a los CCVC.
¿Qué exactamente significa “su corta vida atmosférica”?
A diferencia de los CCVC, el CO2 es un contaminante de larga vida, lo que significa que permanece en la atmósfera por mucho tiempo. De hecho, durante los primeros cien años desde su emisión, sólo la mitad del dióxido de carbono se elimina, permaneciendo una fracción significativa en la atmósfera por varios milenios. Esto quiere decir que aunque detuviéramos en este momento todas las fuentes de CO2, el calentamiento global seguiría aumentando por un tiempo, pues parte de lo ya se ha emitido permanecerá en la atmósfera por bastante tiempo aún. Los CCVC, en cambio, tienen una vida útil relativamente corta en la atmósfera, que va de algunos días hasta alrededor de una década, para los que más duran. Esto quiere decir que si cortamos sus emisiones, podremos ver los efectos de tener menos de estos contaminantes en la atmósfera en el corto y mediano plazo.
Al mismo tiempo, la reducción de los CCVC trae beneficios no directamente relacionados con el calentamiento global, pero no por ellos menos importantes para el bienestar de las personas y ecosistemas. Por un lado, los CCVC tienen la particularidad de que son además peligrosos contaminantes locales del aire, por lo que su reducción significa mejorar la calidad del aire (mejor salud y menos muertes prematuras). Además, estos contaminantes y especialmente el ozono troposférico, afectan el rendimiento de los cultivos, por lo que su reducción implica proteger la seguridad alimentaria. Todo esto tiene directa relación con la protección efectiva de los derechos humanos.
Al final del día, concuerdo con lo que pregona la Coalición del Clima y Aire Limpio (CCAC): El trabajo para reducir los CCVC es COMPLEMENTARIO a los esfuerzos globales para reducir el CO2. Hace falta que nos enfoquemos en ambas metas (reducción de CO2 para equilibrio climático en el largo plazo, y reducción de los CCVC para mitigación del cambio climático en el corto plazo) si queremos dar nuestra mejor pelea global para sobrevivir el cambio climático.
Hay personas que argumentan que el tema de los CCVC se presta para desviar la atención de los GEI, cuya reducción es más importante. Incluso hay opiniones que van más allá, diciendo que el tema de los CCVC ha sido lanzado a la agenda con este propósito, de distraer la presión sobre la necesidad de reducciones de CO2. ¿Qué opinas al respecto?
Claramente hay un tema sensible ahí y al parecer esa es la razón por la cual muchos países no han querido unirse a la Coalición del Clima y Aire Limpio (CCAC), que busca mitigar los CCVC a nivel global. Mi opinión es que por ningún motivo debemos dejar de buscar la reducción de emisiones de CO2, ya que si no lo hacemos la vida humana se verá en graves aprietos - y ni siquiera en tantos años más.
Sin embargo, hay que tener en cuenta que el dióxido de carbono no es el único gas que está contribuyendo al calentamiento global. De hecho, el Panel Intergubernamental sobre el Cambio Climático (IPCC) estima que, en conjunto, los CCVC son responsables de más del 30% del calentamiento climático global, y estudios más recientes calculan que ese porcentaje está entre el 40 y 45%.
Sumado a esto, por su corta vida atmosférica, reducir los CCVC nos proporciona la oportunidad de mitigar el calentamiento global en el corto plazo, lo que evitaría algunos de los efectos más preocupantes del calentamiento global. Por ejemplo, se reduciría la velocidad con la que se están derritiendo los glaciares, hielos y nieves, y el consecuente aumento del nivel del mar.
¿Cuál es la relación entre los CCVC y los GEI?; ¿son los CCVC también GEI?
De los cuatro CCVC (carbono negro, metano, ozono troposférico y hidrofluorocarbonos (HFC)) tres son al mismo tiempo GEI. El carbono negro es el único de los CCVC que no es propiamente un GEI, sino un aerosol, aunque de todas maneras aporta en el calentamiento global.
Los GEI calientan el planeta porque actúan como una manta que impide al calor salir de la atmósfera (como su nombre lo dice, hacen el efecto de “invernadero”).
El carbono negro (o BC, de black carbon), en cambio, calienta la atmósfera por otras razones: en primer lugar, sus partículas oscuras absorben la luz solar, elevando los niveles de la temperatura a su alrededor. En segundo, el carbono negro actúa como agente acelerador en el derretimiento de glaciares y nieve al depositarse sobre ellos oscureciéndolos. La tercera forma de calentamiento se refiere a la interacción del carbono negro con las nubes, pero esta requiere más estudios, pues aún existe incertidumbre sobre el efecto climático causado.
¿Cómo se pueden reducir los CCVC? (posiblemente dar algunos ejemplos)
Una particularidad de los CCVC es cada uno de ellos tiene características y fuentes diferentes. Entonces, para cada CCVC hay diferentes medidas que son las más efectivas para reducirlas. Al mismo tiempo, como se tratan de contaminantes que se emiten localmente, en cada región las medidas más efectivas para su mitigación son también diferentes. Algunos ejemplos:
Carbono negro: Es generado por la combustión incompleta de combustibles fósiles y biomasas. Entre las fuentes más importantes en la región están los motores a diésel y la quema de leña. Algunas medidas para mitigarlo: uso de combustibles de mejor calidad; filtros de partículas en los motores de los vehículos que funcionan a diésel; recambio de vehículos a diésel por tecnologías menos contaminantes (como vehículos eléctricos); uso de calefacciones a leña más eficientes; aislamiento habitacional para depender menos del calor de las estufas; cambio de leña por combustible más limpio, etc.
Metano: Es generado principalmente en actividades de agricultura y ganadería, en vertederos y en los embalses de las represas que inundan materia orgánica en zonas tropicales, entre otros. Las medidas para mitigarlo están relacionadas con la agricultura, por ejemplo, mejor manejo de desechos del sector ganadero; y con el manejo de los residuos, por ejemplo, separación y tratamiento de gases en vertederos. Es también importante considerar la gran cantidad de metano que emiten las represas especialmente en zonas tropicales, que se da por la descomposición del material orgánico en los embalses. Esta fuente es especialmente preocupante porque no ha sido considerada por los gobiernos ni los organismos internacionales y estudios científicos han advertido que no debe ser subestimada. Especialmente hoy en día, con cientos de represas pensadas para la Amazonía y otras zonas tropicales del planeta.
Ozono troposférico: este no se emite directamente, sino que se trata de un gas reactivo que se forma por la interacción del sol con otros gases, entre ellos el metano. Por tanto, las medidas para mitigar metano reducen también la cantidad de ozono en el ambiente.
HFC: estos entraron al mercado en reemplazo de los clorofluorocarbonos (CFC), cuando la comercialización de éstos fue limitada por el Protocolo de Montreal fue diseñado para reducir la producción y el consumo de sustancias que degradan la capa de ozono. Se usan para productos de refrigeración, aire acondicionado y aerosoles, entre otros. Las medidas para reducirlas se relacionan entonces con el desarrollo y uso de tecnologías que substituya los HFC por productos que no aumenten el calentamiento global (y que tampoco dañen la capa de ozono, para no volver atrás). Esos productos ya están siendo usados en otros países, por lo tanto, la tecnología ya existe.
¿Cuéntanos un poco acerca del informe regional de América Latina sobre los CCVC que recientemente publicó AIDA
El informe “Controlando los Contaminantes Climáticos de Vida Corta: Una oportunidad para mejorar la calidad del aire y mitigar el cambio climático. El caso de Brasil, Chile y México”, elaborado por la Asociación Interamericana para la Defensa del Ambiente (AIDA), da una mirada informativa a los CCVC, además de revisar la institucionalidad, marco legislativo y reglamentario, así como los programas gubernamentales vigentes relacionados con el control y monitoreo de los CCVC en tres países estratégicos de América Latina: Brasil, Chile y México.
En el primer capítulo se da una descripción de los CCVC, incluyendo su influencia en el cambio climático y los perjuicios que sus emisiones generan para la salud humana y del medio ambiente. El segundo capítulo ofrece una mirada profunda a cada uno de los CCVC (el carbono negro, el metano, el ozono troposférico y los hidrofluorocarbonos). En el tercer capítulo se revisan los tratados internacionales que influyen en las emisiones de los CCVC. Se describe además la Coalición del Clima y Aire Limpio (CCAC – Climate and Clean Air Coalition), iniciativa internacional orientada a la mitigación de estos contaminantes. El cuarto capítulo analiza la estructura institucional y normativa relacionada con los CCVC de los tres casos de estudio. Finalmente, se ofrecen conclusiones y recomendaciones generales que puedan ayudar a mitigar las emisiones de CCVC en los países estudiados.
El documento espera aportar en la incidencia para que los tres países estudiados puedan regular estos contaminantes aprovechando los amplios beneficios climáticos y de calidad del aire que ello implica. Esperamos que sirva para impulsar el trabajo de las organizaciones de la región en este sentido. La información está siendo entregada en un momento clave, mientras diversas ONGs de diferentes países de la región empiezan a vislumbrar la oportunidad que regular los CCVC significa, y mientras la Coalición del Clima y Aire Limpio está por lanzar su Evaluación Regional de la situación de los CCVC en Latinoamérica y el Caribe.
El cambio climático afectará a las Tierras Bajas y Yungas de Bolivia con incrementos de la temperatura media entre 1 °C a 2 °C al año 2030. Este es el resultado realmente asustador de las modelaciones climáticas realizadas por la Fundación Amigos de la Naturaleza (FAN).
Presentamos a continuación el texto sobre el futuro comportamiento de las temperaturas atribuidos al cambio climático, levemente abreviado, de Jan Spickenbom y Marlene Quintanilla y tomado del “Atlas Socioambiental de las Tierras Bajas y Yungas de Bolivia”, que se ha presentado en el Klimablog el 18 de abril de 2016.
El aumento de temperatura pronosticada al 2030 durante la época seca (izq.) y la época húmeda (dcha.)
[leer más]El 26 de abril de 1986, en el lejano lugar Chernóbil, de lo que en ese entonces era todavía la Unión Soviética, se produjo el peor accidente nuclear de la historia, que contaminó gran parte de Europa y de territorio soviético.
Con diferentes ceremonias, la semana pasada se conmemoró el 30 aniversario del accidente que costó la vida y afectó la salud de millones de personas y cuyos costos económicos son sentidos hasta hoy día.
La planta nuclear de Chernobíl después del accidente de 1986; fuente: mohawkhairstylesforblackwomen.science
[leer más]El “Atlas Socioambiental de las Tierras Bajas y Yungas de Bolivia", disponible en forma íntegra a través de la página web de la Fundación Amigos de la Naturaleza (FAN) es un verdadero tesoro para todos los que quieren conocer y comprender la Bolivia actual.
Se trata sin lugar a dudas de la recopilación más completa y confiable sobre la realidad socioambiental de las Tierras Bajas y de los Yungas, una contribución fundamental para los actuales debates sobre la Madre Tierra y el modelo de desarrollo.
[leer más]A fines del mes pasado, coincidente con el Día Meteorológico Mundial, el 23 de marzo, la Organización Meteorológica Mundial (OMM) presentó la “Declaración de la OMM sobre el estado del clima mundial en 2015”.
El documento de 25 páginas fue lanzado en todos los idiomas oficiales de las Naciones Unidas, que incluye el español, y brinda un excelente resumen sobre el año 2015, que “hizo historia con registros de temperaturas máximas sin precedentes, olas de calor intensas, un total extraordinario de precipitaciones, sequías devastadoras y una actividad excepcional de los ciclones tropicales”.
[leer más]“La dimensión social de la vulnerabilidad al cambio climático en zonas urbanas y rurales del Altiplano de Bolivia” es el título del libro de Consuelo Fernandez que se ha publicado el año pasado, y en el que se presentan los resultados del estudio comparativo sobre la “vulnerabilidad social”, que se ha realizado en el espacio periurbano de El Alto y en el municipio rural de Cairoma, ambos en el departamento de La Paz.
En el cual la autora analiza la relación entre niveles de organización social y política en espacios locales y la capacidad de hacer frente a los impactos del cambio climático.
[leer más]Ya han pasado cinco años desde que el calentamiento global ha acabado con la vida del glaciar el Chacaltaya, alguna vez la pista de esquí con lift más alta del mundo, apoyado por la anterior ocurrencia del fenómeno de El Niño.
En la reciente publicación científica “Adaptación al cambio climático del sector de turismo en los Andes bolivianos” (Climate Change adaptation of the tourism sector in the Bolivian Andes) tres investigadores suizos han analizado las estrategias de adaptación del sector turístico de La Paz frente a la pérdida de una de sus principales atracciones.
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[leer más]América Latina es una de las regiones particularmente vulnerables al cambio climático, la agricultura a su vez es uno de los sectores más vulnerables y las mujeres constituyen un segmento de la población especialmente vulnerable. Pero, ¿cuál es la relación entre género, cambio climático y agricultura en nuestra región?
Para entender mejor esta relación y el accionar respectivo de las diferentes instituciones del sector, se desarrolló el estudio regional “Género, agricultura y cambio climático: estado y perspectivas desde la institucionalidad en Latinoamérica”
[leer más]¿Qué estrategias de vida tienen los hogares rurales del Norte de Potosí para adaptarse a las condiciones climáticas y socioeconómicas actuales? y ¿cuál es la influencia del cambio climático? ¿Cómo ha afectado el acceso al riego mediante proyectos de desarrollo a las condiciones de vida de las familias beneficiarias?
El estudio “Estrategias de hogares en el contexto del cambio climático: Riego familiar y migración rural en la región Norte de Potosí, Bolivia” de la geógrafa Isabell Nordhausen de la Universidad Libre de Berlín contribuye a la comprensión de las interrelaciones entre el cambio climático, la migración y la disponibilidad de riego en la región, y ayuda a identificar vulnerabilidades.
Atajados en el Norte de Potosí
[leer más]2016
El mundo ha llegado a otro triste récord: El año pasado ha sido el año más caliente jamás medido desde 1850. Y no solamente eso, la temperatura de 2015 muestra el mayor aumento de temperatura frente a los anteriores años récord.
En palabras de Peter Stott del servicio meteorológico de Gran Bretaña: “2015 ha sido un año que ha roto récords en nuestro clima. Temperaturas globales promediadas han llegado a ser 1°C por encima de niveles pre-industriales por primera vez.”
La temperatura global desde 1850; fuente: Met Office
[leer más]Lastimoamente ya no es posible suscribirse