El cambio climático afectará a las Tierras Bajas y Yungas de Bolivia con incrementos de la temperatura media entre 1 °C a 2 °C al año 2030. Este es el resultado realmente asustador de las modelaciones climáticas realizadas por la Fundación Amigos de la Naturaleza (FAN).
Presentamos a continuación el texto sobre el futuro comportamiento de las temperaturas atribuidos al cambio climático, levemente abreviado, de Jan Spickenbom y Marlene Quintanilla y tomado del “Atlas Socioambiental de las Tierras Bajas y Yungas de Bolivia”, que se ha presentado en el Klimablog el 18 de abril de 2016.
El aumento de temperatura pronosticada al 2030 durante la época seca (izq.) y la época húmeda (dcha.)
[leer más]El 26 de abril de 1986, en el lejano lugar Chernóbil, de lo que en ese entonces era todavía la Unión Soviética, se produjo el peor accidente nuclear de la historia, que contaminó gran parte de Europa y de territorio soviético.
Con diferentes ceremonias, la semana pasada se conmemoró el 30 aniversario del accidente que costó la vida y afectó la salud de millones de personas y cuyos costos económicos son sentidos hasta hoy día.
La planta nuclear de Chernobíl después del accidente de 1986; fuente: mohawkhairstylesforblackwomen.science
[leer más]Virtualmente todos los países del mundo han acudido al llamado del Secretario General de las Naciones Unidas, Ban Ki-moon y han firmado el Acuerdo de París en la ceremonia oficial en Nueva York el pasado 22 de abril, Día Internacional de la Tierra.
Poco antes, el Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático (IPCC) de la Convención Climática se había reunido en Nairobi, Kenia, para definir estrategia, contenido y cronograma para el Sexto Informe de Evaluación y los informes especiales de los próximos años.
174 países más la Unión Europea firmaron el Acuerdo de París en un solo día; fuente: IPCC
[leer más]El “Atlas Socioambiental de las Tierras Bajas y Yungas de Bolivia", disponible en forma íntegra a través de la página web de la Fundación Amigos de la Naturaleza (FAN) es un verdadero tesoro para todos los que quieren conocer y comprender la Bolivia actual.
Se trata sin lugar a dudas de la recopilación más completa y confiable sobre la realidad socioambiental de las Tierras Bajas y de los Yungas, una contribución fundamental para los actuales debates sobre la Madre Tierra y el modelo de desarrollo.
[leer más]Nada nuevo en al Ártico: Una vez más la extensión del hielo marítimo ártico ha llegado a un nuevo mínimo. Al finalizar el invierno nórdico la extensión máxima llegó a apenas 14,52 millones de km² - 1 millón de km² por debajo del promedio de 1981 a 2010 y batiendo el récord del año pasado.
Después de un invierno extremadamente caliente en la región ártica –incluso con temperaturas por encima de cero en el polo norte- estos datos sobre la menor extensión de hielo ártico jamás medidos no llegan como gran sorpresa, pero si causan gran preocupación entre la comunidad científica y significan impactos fuertes para los habitantes del Ártico.
Izq.: La extensión del hielo ártico en su mayor superficie a finales del invierno polar; fuente: NSIDC, 1º de abril de 2016. Dcha: La extensión del hielo ártico en contexto de otros años; fuente: NSIDC, 3 de abril de 2016.
[leer más]A fines del mes pasado, coincidente con el Día Meteorológico Mundial, el 23 de marzo, la Organización Meteorológica Mundial (OMM) presentó la “Declaración de la OMM sobre el estado del clima mundial en 2015”.
El documento de 25 páginas fue lanzado en todos los idiomas oficiales de las Naciones Unidas, que incluye el español, y brinda un excelente resumen sobre el año 2015, que “hizo historia con registros de temperaturas máximas sin precedentes, olas de calor intensas, un total extraordinario de precipitaciones, sequías devastadoras y una actividad excepcional de los ciclones tropicales”.
[leer más]“La dimensión social de la vulnerabilidad al cambio climático en zonas urbanas y rurales del Altiplano de Bolivia” es el título del libro de Consuelo Fernandez que se ha publicado el año pasado, y en el que se presentan los resultados del estudio comparativo sobre la “vulnerabilidad social”, que se ha realizado en el espacio periurbano de El Alto y en el municipio rural de Cairoma, ambos en el departamento de La Paz.
En el cual la autora analiza la relación entre niveles de organización social y política en espacios locales y la capacidad de hacer frente a los impactos del cambio climático.
[leer más]2016
El nuevo número de la revista peruana “Revista Interquorum. Nueva Generación”, está dedicada a las “Alternativas al Extractivismo” y reúne artículos para enriquecer el debate latinoamericano en la búsqueda de alternativas al modelo de desarrollo, basadas en una sociedad con justicia y sostenibilidad ambiental.
En el primer artículo de la publicación titulado “Cambio climático y transiciones”, Dirk Hoffmann y Moira Zuazo argumentan la necesidad de una “gran transición” en democracia para garantizar la continuación de la civilización humana frente a la amenaza de los crecientes impactos del cambio climático. Publicamos a continuación una versión abreviada del texto original.
Sobre todo después de la Segunda Guerra Mundial mediante nuestras emisiones de gases de efecto invernadero, los seres humanos hemos provocado la transformación del sistema climático a un estado nuevo, inédito para la larga historia humana.
Actualmente, la concentración atmosférica de dióxido de carbono (CO2), el gas de efecto invernadero más importante, ha llegado a su nivel más alto en los últimos 800.000 años. En mayo de este año la concentración de CO2, ha pasado el umbral de los 400 ppm (partes por millón), cifra que está mucho más allá del umbral de lo que se considera la frontera, para la “no interferencia peligrosa” con el sistema climático.
¿Vivimos en un mundo de ciencia ficción?
Como resultado de este panorama, la temperatura de la atmósfera ha aumentado en 0,9 °C desde la Revolución Industrial y contiene un 6% más de humedad. El aumento de vapor de agua, a su vez, hace que el estado energético de la atmósfera sea más alto, lo que provoca la alteración de los vientos y las corrientes marítimas a escala global. Este estado energético de la atmosfera provoca un mayor número de eventos de precipitación extremos.
Este panorama nos permite observar y concluir que en las próximas décadas el propio cambio climático será cada vez más, el detonador de sequias, inundaciones, retroceso de zonas costeras, crisis alimentarias. Fenómenos que evolucionaran en conflictos por el agua, Estados fallidos y crisis de refugiados. La expectación global de este panorama promoverá debates que motorizarán acciones y decisiones que llevan al emprendimiento de procesos de transición dispersos en los diferentes lugares del globo.
Una primera muestra de la presencia de “un tiempo distinto con un espíritu de tiempo distinto” la observamos emergiendo en cada uno de nuestros espacios de convivencia familiar en nuestras pantallas de televisión. Hoy se ha posicionado la imagen de grandes masas de refugiados, ya no en África ni en Asia que son imágenes que no llegan al Sur global, sino en Europa el viejo continente y vieja centralidad.
Hoy aparecen las primeras voces y reflexiones, que piensan la relación entre eventos climáticos extremos cada vez más frecuentes y la protesta con los pies ante Estados fallidos de los cuales no solo no se espera nada bueno, sino de los cuales más bien cabe esperar violencia, el cuadro se completa con la imagen de las masas de refugiados cuando nos preguntamos ¿En qué medida son refugiados climáticos que lo han perdido todo pero no la esperanza?
¿Una gran transición?
La realidad de los impactos del cambio climático nos obliga a reducir la concentración de dióxido de carbono en la atmósfera de los actuales 400 ppm a menos de 350 ppm, probablemente sería necesario una reducción a 300 ppm de CO2.
Esta cifra de concentración del CO2 en la atmósfera es el indicador más importante para pensar en un norte común para la humanidad, tal como está estipulado por la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre Cambio Climático (CMNUCC): “El objetivo último de la presente Convención (...) es lograr (...) la estabilización de las concentraciones de gases de efecto invernadero en la atmósfera a un nivel que impida interferencias antropógenas peligrosas en el sistema climático” (Art. 2º).
Para alcanzar el objetivo de bajar el actual nivel de concentración de dióxido de carbono a menos de 350 ppm, tenemos que emprender una “transición” hacia un mundo de cero carbono en 2050.
Esto significa que el 80% de los yacimientos conocidos de carbón, petróleo y gas deben permanecer bajo suelo de forma permanente. También significa, que la exploración de nuevos yacimientos es incompatible con la vida humana sobre la tierra.
Escena en la Cordillera Real de Bolivia
Desde el horizonte de visibilidad del valor de la justicia estamos ante un proceso que debería guiarse por el concepto de justicia climática, una línea que nos muestra un camino con procesos de velocidades diferentes en diferentes países, de acuerdo con sus responsabilidades históricas y capacidades actuales; pero ante un norte común ineludible.
¿Existen alternativas a la transición?
A inicios del Siglo XXI observamos que el cambio climático es el gran condicionante de los procesos de transición, porque establece el marco y la orientación global. En este entender, es más preciso hablar de una gran transición, en singular, con múltiples facetas.
El mundo entero tiene que transitar de un modelo económico basado en la quema indiscriminada de combustibles fósiles –carbón, petróleo y gas- , que constituyen el núcleo y sostén de la civilización occidental globalizada, a otro modelo económico y civilizatorio de cero carbono.
No existen alternativas a la transición si queremos mantener una civilización global basada en valores humanistas y democráticos. La alternativa a la Gran Transición no solamente significa la destrucción del planeta, sino la destrucción de cualquier perspectiva de una convivencia medianamente pacífica entre los pueblos.
¿Un proceso democrático y plural de transición?
La tarea es iniciar el tránsito de una civilización cuyo pilar es la quema de combustibles fósiles hacia una nueva forma de relacionamiento del ser humano con la naturaleza, de la cual forma parte inextricablemente. Lo que guía esta transición aunque no se limita a ello, es llegar a un mundo de cero carbono hasta mediados del actual siglo. Esto es en 35 años, por lo que queda establecido un camino que debemos iniciar a más tardar, ahora mismo.
¿Cómo hacerlo? – Es necesario un proceso social que será cada vez más político, que solo puede ser un proceso profundamente democrático y radicalmente plural. Democrático porque este es el único camino posible para que la Gran Transición pueda tener éxito, y deberá ser también plural y autogestionario: Se necesitan miles de transiciones en todas partes del mundo, a nivel local, en las familias, en las costumbres de consumo de cada una y de cada uno, en las políticas nacionales y sobre todo en las estructuras económicas.
El espíritu del tiempo que se abre aunque es aún muy incipiente y por momentos aparece solo muy tímidamente, nos permite entrever un proceso democrático y global. Un proceso democrático porque a pesar de las dificultades que implica la voz de la diversidad, la magnitud del cambio necesario empieza a marcar y definir el espíritu del presente y se muestra como un cambio civilizatorio que solo será posible alcanzar si están comprometidas las voluntades, creatividades, acciones y decisiones de cada uno de los humanos que habitamos la Tierra.
Esta Gran Transición solo será posible si en cada hombre, en cada mujer, en las comunidades, empieza a gestarse un movimiento individual, local y global que a contracorriente y a pesar de los medios masivos de comunicación, a pesar de los grandes intereses económicos de empresarios y de políticos, se mueve y es motorizado por la evidencia y magnitud de la amenaza.
Un movimiento subterráneo que aflora en diferentes capas y en muchos y muy diversos lugares, por tanto, es un proceso en el que la responsabilidad es de cada uno de nosotros, es una responsabilidad de ciudadanía global inexcusable y urgente.
El cambio climático nos condiciona a iniciar una Gran Transformación mediante miles de transformaciones que ya no son una opción, sino una necesidad frente a su amenaza, así como una obligación moral frente a nuestros co-ciudadanos y fundamentalmente frente a las generaciones futuras.
Ya han pasado cinco años desde que el calentamiento global ha acabado con la vida del glaciar el Chacaltaya, alguna vez la pista de esquí con lift más alta del mundo, apoyado por la anterior ocurrencia del fenómeno de El Niño.
En la reciente publicación científica “Adaptación al cambio climático del sector de turismo en los Andes bolivianos” (Climate Change adaptation of the tourism sector in the Bolivian Andes) tres investigadores suizos han analizado las estrategias de adaptación del sector turístico de La Paz frente a la pérdida de una de sus principales atracciones.
Vista de la Cabaña Grande del Club Andino hacia la Cabaña Chica
[leer más]2016
En diciembre del año pasado, cuando los ojos del mundo estaban puestos en la Conferencia Climática de París, las autoridades de Oruro declararon completamente seco al Lago Poopó, una vez el segundo lago más grande de Bolivia.
Por la literatura científica y a través de testimonios de la población local sabemos, que el Lago Poopó se había secado en ocasiones anteriores. Sin embargo, frente a los impactos del cambio climático y un entorno socio-económico diferente, es pertinente preguntarse: ¿Se logrará recuperar?
Nuestra misión de reconocimiento en medio del “Lago” Poopó.
[leer más]Lastimoamente ya no es posible suscribirse